De suelos superdotados, vinos irrepetibles
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8 agosto 2022Con estos veranos tan calurosos y de calor tan temprano -cabe recordar que ya en el mes de junio en La Rioja sufrimos nuestra primera ola de calor-, el ciclo de la vid se va acortando. La vid necesita un reposo vegetativo, con frío, con lluvias para que vaya acumulando una reserva hídrica en profundidad, que es la que va a permitir que pueda ir nutriéndose de ella en los días de calor.
¿Qué le pasa a la vid con estas temperaturas tan altas? La uva, con el calor, acumula azúcares y, por consiguiente, provoca que el vino cada vez sea más alcohólico y, al mismo tiempo, no está permitiendo que la uva madure como debiera, en el sentido de riqueza aromática y polifenólica, que es lo que al final da la calidad al vino. Cada vez es más difícil que la uva consiga una buena maduración en el campo.
Pero nuestras fincas, al estar situadas en altitudes superiores, se benefician del contraste térmico entre el día y la noche, que es óptimo para la vid, lo que nos permite madureces lentas. Asimismo, teniendo en cuenta que hemos recuperado variedades, como la Maturana Blanca, que es de ciclo largo, las vendimias, tanto la alcohólica como la fenólica, van de la mano.
Por ello, el cultivo de la vid se va a ir desplazando hacia latitudes más al norte, porque necesita un mínimo de humedad, de frescor, para poderse cultivar, que ahora mismo es difícil de conseguir, con estos inviernos cada vez más secos y calores tan tempranos.
Nosotros siempre hemos apostado por el territorio. Estudiamos nuestras parcelas al detalle, para poder aplicar en ellas una agricultura medida y precisa, con el objetivo de conseguir el mejor de los vinos posibles en cada finca. Además, lo hacemos en fincas con altitudes que rondan los 750 metros en Albelda de Iregua y Nalda, los 650 en Badarán y entre 480 y 550 en Briones y San Asensio. También hemos primado en nuestra bodega de Ribera de Duero, Trus, la altitud, donde para conseguirla intensificamos el trabajo de búsqueda de viñedos privilegiados en zonas altas y frescas.
Nuestra vocación es asegurar un futuro para el patrimonio vitícola, de ahí que estemos recuperando variedades autóctonas antiguas, como es el caso de la Maturana blanca, Viura, Garnacha Blanca y Tempranillo blanco, que estaban prácticamente extinguidas en nuestro territorio, y que se ha convertido en uno de los pilares de nuestra bodega Nivarius.
Asimismo, llevamos años trabajando en el cultivo de viñedos en altitudes más altas, para garantizar esa necesidad de humedad, frescor y agua. Nuestros viñedos de viuras, por ejemplo, se encuentran situados desde los 500 hasta los 700 metros de altitud en las laderas del Moncalvillo, Alto Najerilla y Nalda.
Además, hemos configurado un proyecto inusual destinado a obtener grandes vinos de guarda en nuestras fincas seleccionadas en las cercanías de la Sierra de la Demanda. Este es aún un territorio poco explorado para la elaboración de vinos y se beneficia de una altitud entre 700 y 800 metros, así como de un clima extremo que propicia la frescura.
Las altas temperaturas, a menudo, vienen acompañadas de fuertes tormentas e, incluso, de granizo. Es cierto que la época más delicada es la primavera, que es el momento en el que los brotes empiezan a salir y están todavía muy tiernos y una tormenta de granizo puede acabar con ellos. No obstante, ahora también podría provocar un desastre en los viñedos. Porque ahora los granos de uva están recién salidos.
Sin embargo, es más preocupante la combinación de tormentas y calor, porque se convierte en el caldo de cultivo perfecto para bastantes enfermedades fúngicas, de los hongos. Si después de una gran tormenta, al día siguiente, las temperaturas son muy elevadas, el riesgo de que aparezcan estas enfermedades tan dañinas para la vid es muy alto. Y aunque la uva haya llegado a prosperar, se puede pudrir y estropear.
En Bodegas Palacios Vinos de Finca no dejamos nada al azar. Nuestro trabajo es fruto de la observación y el análisis. Y sí, también estudiamos el clima y el cambio climático, que afecta a la viña, al campo, pese a que la vid sea un cultivo de secano. De ahí que nuestros viñedos estén en zonas altas y frescas, lo que hace, por ejemplo, que el inicio del nuevo ciclo de la vid se retrase. Y nunca dejamos de observar la evolución del viñedo y las condiciones climáticas. Solo así estaremos preparados para lo que pueda suceder. Solo así conseguimos nuestros vinos únicos.