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14 julio 2022Buscar territorios superdotados para hacer vinos irrepetibles y diferentes a cualquier otro. Esta ha sido, es y será la filosofía que comparte todo el equipo de Palacios Vinos de Finca. Para ello, practicamos lo que llamamos “viticultura de precisión”, lo que significa no dejar nada al azar o a la intuición.
En este artículo, veremos en qué consiste este trabajo con los suelos y cuáles son los tipos más frecuentes que encontramos en nuestras bodegas.
Partimos de un trabajo de observación y análisis minucioso para conocer en profundidad el suelo, y poder saber con exactitud qué vinos se obtendrán y qué plantas son las que mejor se adaptarán a ellos. Esto es clave en nuestro trabajo, puesto que el suelo tiene gran parte de la información para buscar la personalidad propia en nuestros terruños que posteriormente se transmitirá a nuestros vinos.
Como decíamos al comienzo, no dejamos nada a la intuición, de manera que la investigación parte del escaneo del suelo y, tras él, la creación de mapas de conductividad, un parámetro que habla de la textura de los suelos hasta una profundidad cercana a los dos metros y de la retención de humedad de esos territorios.
Los datos que se recogen se extrapolan y traducen en composiciones de suelo desde la superficie hasta la raíz de las plantas. La electro-conductividad, unido a las calicatas e interpretación del desarrollo de las raíces, nos da una idea del potencial vitícola de cada suelo y cual serán las características que va a ser capaz de transmitir al fruto.
También permiten plasmar un esquema real de los tipos que conviven en el viñedo, definiendo a la vez sus aptitudes vitivinícolas en función de las plantas que hay en ellos o, si se trata de nuevas plantaciones, marcando la pauta para escoger, primero, uno u otro portainjertos (en lugar de basarse meramente en la experiencia previa o la costumbre) y después uno u otro clon de la variedad óptima para ese suelo, si se quieren potenciar aspectos como la frescura, los taninos o el volumen en boca, por ejemplo.
El suelo es esencial, dado que definirá las características del vino que salga de ese viñedo, y los datos sirven para escoger viñedos excepcionalmente dotados para la viticultura, donde la viña se desarrolla cualitativamente y de los que es posible obtener la máxima expresión de la planta. También se analizan otros parámetros que afectan a la viticultura en ese viñedo, como la exposición solar o la orientación.
Siendo que el suelo es el elemento desde el que parte todo lo demás y quien marca la pauta, buscamos la variedad que se adapte mejor a cada uno. Así, para nuestras garnachas buscamos suelos de arcilla, limo y arenas a partes iguales con el mayor porcentaje de cal posible, mientras que para el tempranillo seleccionamos principalmente suelos areno-limosos con mucha cal.
En el caso de las variedades blancas, la maturana blanca se comporta mejor en suelos con mucha componente de arena, por lo que necesita suelos profundos sabiendo, además, que no le va bien la arcilla. Sin embargo, el tempranillo blanco necesita de suelos más fértiles, suelos con un poco más de arcilla y capacidad de retención de agua.
Suelos, al detalle
En cada uno de nuestros vinos incluimos información al detalle sobre su procedencia y la composición del suelo del que procede.
Por mencionar algunos ejemplos que encontramos en nuestras tres bodegas Trus y Nivarius, en Rioja y Proelio, en Ribera de Duero:
Lía by Nivarius, es un vino 100% garnacha tinta de viñedos del Alto Najerilla, situados aproximadamente a 650 metros de altitud, cuyos suelos están formados por una mezcla de arcillo ferrosos, con arcillo calcáreos y con una componente arenosa de degradación que nos aporta agilidad, fluidez y frutosidad al vino. El resultado un vino rosado fresco, con aromas frutales y dulce acidez.
Punto Geodésico es un vino 100% tinto fino que procede de viñedos situados en puntos geodésicos de la Ribera burgalesa. Un catálogo de suelos con distinta composición, desde los calcáreos de Baños a las gravas de Moradillo o las arenas blanquecinas de Peñaranda y los limos y arenas de La Aguilera. Complejo, lleno de matices, mineral, vertical, con buena acidez y potencia de taninos, pulido, preciso.
La Canal del Rojo, un tinto de garnacha octogenaria de Badarán, procede de suelo arcillo arenoso ferroso, con vetas de caliza que ascienden horizontalmente provenientes de la roca madre caliza que se encuentra a 3 metros de profundidad, con componentes de origen coluvional en superficie, que permite que la viña explore mucho suelo.
De los viñedos viejos de viura ubicados en parcelas singulares del Alto de Najerilla, nace Valdesabril. Un suelo arenoso ferroso, con vetas de carbonatos que ascienden horizontalmente provenientes de la roca madre caliza que se encuentra a 1,2 metros de profundidad, y que se encuentra mezclada con rocas de naturaleza arenosa.
Detectar e identificar microterruños de excelente calidad es un trabajo continuo. Seguimos buscando nuevos terruños excepcionales que combinen a la perfección suelo, clima y planta para conseguir vinos únicos con apego a la tierra.